Prohibido creer en historias de amor de Javier Ruescas

Cuando tienes diecisiete años y toda tu vida pasa en YouTube, llega un momento en el que ya no sabes quién eres. Eso es precisamente lo que le sucede a Cali: su familia tiene un canal con dos millones de seguidores y su novio es el youtuber más conocido del momento.

Por su parte, Héctor vive en una residencia de menores y lucha por averiguar de dónde proviene. Pero el único recuerdo que conserva de su pasado es una cinta de casete con una canción que toca siempre en el metro con la esperanza de que algún día alguien la escuche y la reconozca.

Y ahí es donde se cruzan sus miradas.

Las vidas de ambos quedarán entrelazadas para siempre cuando descubran el origen de la canción, el póster de una película olvidada y un cine abandonado lleno de secretos... Todo sin romper la única norma que Héctor sigue a rajatabla:

Está prohibido creer en el amor.

               O P I N I Ó N    P E R S O N A L      

¡Hey lectores!, creo que desde que empecé este blog no se me había dificultado hacer una reseña, sobre todo porque estoy releyendo los libros y rehaciendo las reseñas que tenía en el otro blog, solo que con mi pensamiento de ahora y normalmente suelo estar de acuerdo con la misma adolescente (en pocos detalles son con los que no concordamos).

Esta historia está narrada en primera persona a través de nuestra protagonista Cali.

Desde pequeña su familia vio esto de la plataforma en YouTube como una segunda oportunidad para unirlos, pero no siempre funcionan las cosas como uno quisiera y esto pareciera que les consumía la poca conexión que tenían como familia.

Lo primero que tenemos de nuestra protagonista Cali es algo emocional, el no poder ni siquiera ver a los ojos a sus padres porque algo se interpone en ese camino, tener la voz quebradiza a falta de guion o directrices.

 “A veces, el valor de los sueños radica, no en las fantasías que imaginamos. Si no en su poder para entretenernos sin recordar la realidad [...].”

 

Cali es una chica que siente no encajar en ningún lado, pero tampoco parece tener la autonomía para salir de allí, ve como empieza a faltar la felicidad genuina y la conexión con su familia, pero no tiene la fuerza para hablarlo con ellos.

Tanta era la presión que sentía de forma inconsciente que se pone a llorar camino a la escuela por una canción que no conocía, cantada por un chico que no conocía. Busca desesperadamente alguien “real” que no esté conectado a eso.

 

Héctor, el chico cuya canción hizo llorar a Cali, y que por azares es el chico nuevo, no solo de su escuela, sino de su mismo salón, un chico con una vida complicada, en busca de respuestas que quiten los huecos de su propia historia.

El chico tiene una forma coqueta y respuestas ingeniosas para salirse con la suya, aprovechando los juicios internos de la gente que lo ven como alguien con quien no deberían juntarse.

La mayor parte de la trama sucede en casa de Cali y la escuela, dejando al final lo que debería ser el fuerte de la historia, aquel cine abandonado.

Gran parte de la trama se sienta en la presión que tiene la protagonista a la vida de influencer, las caras falsas, los suscriptores, el cómo tiene que lidiar con eso, mientras nos presenta brevemente lo que en mi opinión debería ser la historia principal al tener “amor” en la portada, ya que eso parece quedar al último.

Es comprensible que la vida de un influencer pase de ser genial, a caótica por todo lo que ocurre cuando te expones: la crítica, juicios, cotilleos, el miedo a ser uno mismo, etc. Entiendo que esto puede ser algo de lo que el escritor quiera hacernos reflexionar, debido a que él pertenece a ese mundo (en la sección literaria) y que, si es un tema aplicable a la actualidad, debido a la facilidad con que, con las nuevas plataformas, cualquiera puede ser figura pública.

Pero me hubiera gustado más que en lugar de no poder salir de eso, se aprovecharan esas páginas para poder profundizar en la historia que se quedó hasta final, el cine abandonado, el póster y la canción que unió a nuestros protagonistas. O simplemente para poder profundizar más en los otros personajes que aparecen a lo largo de la historia de forma recurrente.

A partir de la página 158, que resulta ser justo a la mitad, puedo decir que pude respirar un poco más tranquila, porque la trama comenzó (¡por fin!) a enfocarse en el cine, y el acercamiento de Cali y Héctor, el “amor” que menciona la portada.

La cercanía que comienzan a experimentar ayuda a que Cali vea que “hay mucho más por lo que luchar, que lo que siempre se ha dado por hecho”.

Después de pasar lo que para mí fue una tortuosa primera mitad, empecé a sentir aquello que sentí la primera vez que lo leí, aunque empezó a sospechar que antes también solo me gustaba esta parte de la historia, que el final hacía que me gustara todo el libro y que ahora comprendí que no es así. Pero sin duda fue mucho más llevadero.

“[...] me atrevo a creer que soy capaz de cualquier cosa que me proponga. Es lo bueno de tocar fondo, que sientes que no tienes nada que perder.”

El enojo que había empezado a acumular se fue disipando. Esta es la parte que debería abarcar todo el libro.

Mal inicio, buen final. Al menos para mí. Si fuera a releerlo otra vez en algún momento de mi vida, Ya sé por dónde comenzar.

Además, el libro tiene buenas frases, algunas de las cuales resalte en un bonito color azul a juego con la portada.

Por cierto, el libro tiene canción, y es muy bonita, por si gusta oírla.

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Valoración: ★★.5  (El inicio meh, buen final)